miércoles, 15 de abril de 2009

Rumba en Cahuita!

si, xa sei que me retraso moito coas entradas do blog, pero é que cada vez me consume máis este ritmo de vida caribeño (me estáis estresaaaaaaaando) e me deixo levar pola calor, a tranquilidade...
e non vexades a forza coa que me chama a hamaca!!
pero bom, xa estou aquí con novidades, aventuras e algún que outro susto.
este capítulo ven con emocións fortes, así que poñédevos cómodas e cómodos e a ler.

Y me cambio al costarricense.

Después de la visita a Nicaragua, Ane, Leire y yo nos fuimos a pasar una semana al Caribe. Ya tenía ganas de conocer esta costa, porque me habían hablado mucho de sus playas, pero sobre todo de su gente, ya que es la parte del país en la que vive la mayor parte de la comunidad negra. Así que decidimos visitar Cahuita, Limón y Puerto Viejo de Talamanca.
La primera parada fue el pueblo de Cahuita. El pueblo en sí no tiene nada especial, es un lugar bastante turístico (y eso se nota mucho en los carteles que anuncian los menús de las sodas y restaurantes, las tiendas de souvenirs, las cabinas (habitaciones)...), pero en el Caribe esto es diferente, ya que aquí la población habla un idioma que se llama patois (se pronuncia patuá), que es una mezcla de inglés, español y francés. Con lo cual mucha población parece que habla inglés (bueno, su inglés).
La influencia Afro-caribeña en esta zona del país es total. La cultura rasta está increíblemente arraigada (llega un momento en el que odias a Bob Marley) y la población es súper tranquila y sonriente. Es un ambiente diferente al que te puedes encontrar en otras zonas del país (y el contraste con la costa pacífica es muy grande).


Y además Cahuita cuenta con un preciosísimo parque natural que bordea toda la costa durante unos 8 km de recorrido. La playa forma parte del parque, que viene siendo un sendero entre la playa y la selva vírgen. Durante el paseo puedes observar muchas aves y monos de cara blanca que, como están acostumbrados a las vistas, no se avergüenzan y se acercan mucho a la gente. Nosotras pudimos ver uno buscando comida en las palmeras, muy, muy cerca, veíamos la facilidad y rapidez con que movía las manos (además de disfrutar de su momento all bran, se cagó y meó delante de nuestras narices, que como dijo Leire, fue un momento muy entrañable).


En la mitad del recorrido hay un arrecife de coral precioso donde la gente va a hacer snorkel (tenéis que leerlo con acento yanky: snourkelllll), que viene siendo ponerse unas gafas de bucear y mirar el suelo del mar. Aunque si os digo la verdad no hace falta ni ponerse gafas, porque el agua es tan clara que te permite diferenciar perfectamente todo lo que tienes a tus pies.
Es una sensación única, el agua está a una temperatura buenísima y el cielo de un azul intenso... Además nosotras llegamos allí al atardecer y la luna (casi llena) ya estaba en lo alto del cielo. Y como no había nadie disfrutamos de un baño tranquilísimo... sentimos que el Caribe estaba allí para nosotras...
[he tenido este pensamiento egoísta bastantes veces en este país, supongo que debido a la conexión con la naturaleza que se tiene en lugares tan preciosos y vírgenes como los que estoy viendo].


Y en Cahuita, además de disfrutar de la preciosa playa y el parque nacional, también lo hicimos de su vida nocturna. Casi todas las noches había concierto reggae de un grupo de abueletes que hacían versiones de reggae, calypso, salsa, cumbia... muy divertidos. Nos pegamos unos buenos bailes...


Otro de los lugares que visitamos fue Limón. Pero no nos gustó tanto, porque es una ciudad fea, sucia, con muchos coches...
No hay mucho para ver además e su mercado y un par de edificios (el ayuntamiento y el banco nacional) de estilo colonial. Pero lo que me gustó de Limón fue su gente. Allí a penas se escucha a la gente hablando castellano, ya que la mayoría de la gente habla patuá. El 80% de la población es negra y se respira un ambiente diferente al resto del país.
Hay muchas tiendas, un mercado de artesanía y un puerto bastante grande, que en el s. XIX hizo de Limón el centro neurálgico del país, ya que de ahí zarpaban los barcos llenos de bananos y café para la exportación. El país vivió del comercio bastantes años (hasta que llegaron las empresas yankis y europeas a explotarlo).
Por cierto, se dice que el nombre de la ciudad puede venir de la gran cantidad de limoneros que hay en la provincia o debido al arribo del colonizador (y exterminador) Miguel de Limón de España.



Ahora es una ciudad poco turística y poco cuidada también (los diferentes terremotos que sufrió el país le afectaron mucho), pero además existe mucha delincuencia debido sobre todo al tráfico de drogas.


Y la última parada en nuestra aventura caribeña fue Puerto Viejo de Talamanca. Este sí que es un pueblo feo, totalmente turístico, lleno de hostales, campings, restaurantes, tiendas y bares. Pero en sus alrededores hay muchas playas preciosas.
Nosotras nos establecimos en el camping más barato que encontramos y establecimos allí el campamento base. Y desde Puerto Viejo nos movimos haciendo auto stop.



Fuimos a Playa Chiquita, una playa preciosa y súper tranquila. De arena blanca y agua cristalina. Y otro día a Punta Uva. Es una playa más grande y con más gente (pero gente de Costa Rica) y en la cual hay una peña desde la que se pude ver toda la playa y la inmensidad del mar (además de una culebra que casi mata del susto a Leire y una arañota enorme. Y sí, no me desmayé ni nada, incluso me atreví a hacerle una foto!!! Creo que ahora puedo decir que superé mi aracnofobia).


Y un día que pasamos tranquilas en la playa, tiradas al sol, durmiendo, leyendo, recreándonos... se nos acercaron dos niños (de unos 8 y 10 años) a vendernos empanadillas. No les compramos nada, pero se quedaron por allí rondando, mirándonos... En un momento que y estaba leyendo, con mi mochila debajo de la cabeza, vino uno de los niños (jodido bastardo) y me pegó un tirón de la bolsa y echó a correr. Joder, me levanté como una flecha y eché a correr detrás del puñetero niño, que se metió entre una especie de selvilla que había entre la playa y la carretera. Corrí como nunca en mi vida (ni delante de los zipayos corrí tanto) y casi cojo al puñetero chaval. Total, que como veía que lo alcanzaba cogió la cartera y tiró la mochila por el camino. Con lo cual pude recuperar todo menos mi cartera (y no me preocupó porque lo único de valor que llevaba era la tarjeta, que anulé al momento).
Puto crío, cómo me hizo correr... Pero eso no es todo... de camino a la playa otra vez (para recoger las toallas y los libros, porque claro, las tres echamos a correr como tres taradas) nos encontramos con la policía y les contamos lo que nos había pasado. Les dijimos todo y el camping en el que estábamos. Así, al cabo de media hora me aparecen tres maderos en el camping, que a ver si podía salir un momento que tenían allí a dos niños y podían ser ellos. Pus allí estaban los muy cabroncetes.
Pero claro, entre que los putos maderos no me ayudaban nada, sólo me decía que dijera si eran ellos o no. Uno sí que era, pero no el que me había robado, y el otro no me sentía muy segura...
y claro, yo tampoco me atrevía a decir si era él, porque no sabía lo que le iban a hacer. Igual le pegan una paliza que lo dejan fino, yo que sé. Nuestra estrategia fue más la de dejar que se fueran los maderos y hablar con los críos, para que nos dijeran donde habían tirado la cartera, pero no hubo manera. Qué cabrones... Pero bueno, tuve mucha serte y comprobé que es cierto que en situaciones de de riesgo extremo, se pueden duplicar o triplicar las fuerzas e una persona (je, je).

Yendo a la policía, que como siempre, no me ayudaron en nada.


Amanecer en Puerto Viejo

Y en Puerto Viejo nos dedicamos también en cuerpo y alma a la vida nocturna. Nos encontramos allí con Dedé y los niños, pero tenían poca gana de fiesta (se les acumulaban las resacas). Y también nos enontramos a Henry y Allan, dos chicos que conocimos en la costa pacífica. Así, con ellos y con Valeria (una chica argentina) y Jaime (un personaje increíble de El Salvador) hicimos cuchipandi.
Una de las noches que estábamos en la discoteca bailando tranquilamente (aunque había mucha gente el ambite era bastante relajado y la música reggae) de repente, escucham una especie de petardazo y en un visto y no visto la gente empezó a desaparecer, encendieron las luces de la discoteca y la gente salía a empujones de allí (algunos hasta saltaban por la ventana). Yo me quedé un poco bloqueada, pero como vi que todos corría yo también corrí y en seguida vino Henry, que me agarró por un brazo y me sacó para afuera. Pero como no aparecía Ane volvimos adentro y allí estaba, tan pancha (porque en realidad no sabíamos que había pasado). Pero vimos que de la discoteca salían do polis uno con na pistola en la mano y otro con una metralleta!!!
Sabéis lo que había sido el petardazo??? Un tiro!!!Acababan de pegar un tiro a unos 6 o 7 metros de nosotras y ni nos habíamos enterado. Por eso salían tod@s corriendo!!
Después nos contaron que aquí es algo no normal, pero que sí que pasa. Sin ir más lejos, hace poco había matadoa un chico en una scoteca de esta manera. Y es que aquí hay gente que va armada.


De mañana... no teníamos tan mala cara, no?

Es increíble ver cómo reaccionamos... mientras todo el mundo salió corriendo, Ane y yo nos quedamos mirando como si nada, ya a nosotras lo último que se nos podía pasar por la cabeza es que hbían pegado un tiro...
Pero bueno, nossotras sobrevivimos (aún ahora no somos muy conscientes de la situación). Ah! y nadie resultó herid@...
Esa noche además del momento película estuvimos en un concierto reggae, soul, blues, detodounpoco de un grupo muy bueno y después en un bar de salsa en el que estaba tocando un grupo genial: salsa, merengue, cumbia... increíble como se movia la gente...

Llega el moneto anécdota: además de encontrarnos a dos chicas de Euskal Herria que también andaban de viaje, un mozo catalán que está trabajando con una ONG en San José y una moza de Eibar que vivía en Puerto Viejo, nos encontramos con el hermano de un colega de Gasteiz!!!! Sí señoras y señores, el mundo es un pañuelo y si algún día decido esconderme, no creo que lo tenga fácil.

Y ya para rematar, mirad cómo se me puso el morro en las vacaciones... no sé si del sol, de alguna infección o qué, pero me dolía que me quería morir...
(no le déis a ampliar, que dá mal rollito)

Un bico (que ya se me curó y no da asco)
agur!!!

2 comentarios:

rosinha dijo...

Vaia, muller, cómo che se puxo o morro! menos mal que che pasou! E, como sempre, menudas aventuras!

Un bico

Anónimo dijo...

Ala!!! Outra vez o ordenata cheo de babas de pura envexa. As fotos son chulísimas (menos o teu morro, pobriña).
Bikiños e cuídate moito
Ampefon